2.1 Criterios para la prescripción de la LM – Copy


Para una adecuada prescripción, el homeópata debe valorar siempre el caso individual de cada paciente y para ello seguir una serie de pasos:

  • Hacer una buena historia clínica que recoja los síntomas particulares y característicos del paciente.
  • Estudiar y valorar los síntomas recogidos para encontrar el medicamento homeopático más adecuado al caso, el llamado simillimum.
  • Valorar la idiosincrasia del paciente para indicar la potencia más adecuada y hacerlo en la dosis y frecuencia necesarias para promover una respuesta en la fuerza vital.

Con todos estos parámetros podremos hacer una prescripción del medicamento adaptada a cada caso individual.



Hay diversos criterios para prescribir las potencias LM. Algunos autores como Harimohan Choudhury afirman que solo se debe utilizar hasta la 30 porque fue lo que hizo Hahnemann en su momento. Esta opinión no se puede mantener por varias razones:

  • 1ª: Hahnemann tuvo muy pocos años para aplicar la LM y no sabemos qué criterios habría indicado de haber tenido más tiempo de experiencia.
  • 2º: Hoy día la patología es mucho más compleja. Vivimos en ambientes que provocan enfermedad y hay noxas que antes no existían. La contaminación química, la manipulación de los alimentos, el estilo de vida que provoca mucho estrés y el alargamiento de la vida, todo ello provoca una complejidad en la patología que no existía en la época de Hahnemann.

La homeopatía no es un método cerrado de modo que es susceptible de desarrollo en aspectos tales como la materia médica o la técnica de aplicación de sus principios.

Hahnemann aplicó las potencias LM en su práctica desde 1840 y al principio lo hacía en diluciones ascendentes de la 1 a la 30. Las historias clínicas de estos últimos años ponen en evidencia que era una técnica que estaba en fase de ensayo ya que, si el caso lo requería indicaba las potencias de 3 en 3. Lo que sí parece que está claro era que buscaba administrar una dosis mínima y suficiente que pudiera provocar una respuesta curativa en la fuerza vital con la menor agravación posible. La dosis la indicaba en la forma diluida y cambiando la potencia en cada nueva dilución.

Pese al escaso tiempo que Hahnemann tuvo para aplicar las LM y  por tanto, para obtener una mayor experiencia con ellas, llama la atención que las bases fundamentales de la prescripción de estas potencias están bien definidas en el Órganon. En el largo proceso de creación del método hubo una primera fase en la que marcó los principios fundamentales de esta terapéutica, mientras que en una segunda fase, su búsqueda estaba orientada a perfeccionar la técnica de aplicación de los medicamentos homeopáticos con el objetivo de obtener una curación más rápida y duradera.

A partir del referente teórico propuesto por Hahnemann vamos a plantear algunos criterios para la aplicación de las potencias LM basadas también en la práctica de treinta años de experiencia.

Partimos de un hecho importante  y es que el criterio de similitud no solo es con el medicamento homeopático que corresponde al dinamismo mórbido del paciente, sino también con la potencia, la dosis y la frecuencia apropiadas a cada caso y capaces de estimular en la fuerza vital del paciente una respuesta curativa.



El medicamento homeopático impacta sobre la fuerza vital y si lo hace con gran violencia puede provocar una reacción innecesaria para la curación. Una potencia demasiado elevada, el exceso en la cantidad o una frecuencia inadecuada, pueden producir una enfermedad más molesta y no por ello va a provocar la curación.

Es importante recordar lo que señala con claridad el Dr. Ernesto Giampietro de que la curación por el método homeopático se produce por el efecto secundario reactivo de la fuerza vital, después de haber sido afectada por el efecto primario del correspondiente simillium.

Entendemos por simillium la sustancia que es más semejante en sus síntomas al cuadro de enfermedad que presenta el paciente y que se indica a la potencia apropiada, en la cantidad necesaria y con la frecuencia justa para que no provoque una reacción de síntomas primitivos por exceso de dosis.

Deben considerarse en cada caso de enfermedad la potencia y la posología, entendiendo por tal la cantidad de medicamento y la frecuencia de indicación del mismo.